miércoles, 16 de julio de 2008

EN SEPIA

¿Qué os evoca una fotografía en sepia? Las fotos en sepia no son como las demás. Son diferentes de las fotos a color, de aspecto actual, fresco, instantáneo, con el leve peligro de quedar desfasadas a poco que se mueva un poco el péndulo del reloj. Tampoco son como el blanco y negro, imágenes por fuerza antiguas, creadas ya con el peso del tiempo sobre ellas, como si fueran un testimonio de un pasado cada vez más lejano. Resulta curioso como el blanco y negro envejece muchas fotos: la promoción 2008 parece de pronto el testimonio de una generación de vetustos eruditos con sus letras de molde y sus rostros solemnes coloreados en blanco y negro. Sí, vetustos eruditos, más que universitarios recién titulados con la expresión congelada por la incertidumbre de un futuro mileurista.

Las fotos en sepia, sin embargo, no son frívolos testimonios de momentos intrascendentes, ni recuerdos de un pasado al que parece difícil hacer retornar. Más bien me parecen atemporales, ancladas en un instante impreciso entre el pasado y el presente, tal vez un poco más cercano al primero, y que se proyecta en la eternidad.

Hoy en día, con toda la técnica de fotografía digital existente, creo que cualquiera podría colorear una foto en sepia (digo "creo" porque no estoy segura de que yo misma pudiera hacerlo), pero hay que tener cuidado. Cualquier foto no es una buena candidata a convertirse en sepia. Debe de ser una instantánea con cierto grado de melancolía, de ensueño, también de alegría inocente y pura, de recuerdo... Un parque solitario, un viajero que sale del tren, una estación, un reencuentro cariñoso entre dos amantes, unas ruinas, el centro histórico de alguna ciudad, o sus barrios más humildes donde los niños juegan o pasea algún gato despistado, el atardecer o el amanecer (esos instantes cuando la luz natural es casi sepia)... Todos esos pasajes que impresionan nuestra retina con su suave melancolía, casi tierna.

Yo a veces imagino momentos en sepia. Suelen ser esos instantes, justo después de llover, en que las nubes se abren y el sol se filtra tímido para crear sobre los charcos y el pavimento mojado reflejos de nácar, casi naranjas. En esos momentos, más que en ningunos otros, me gustaría poder salir a la calle y pasear para conservar en mis sensaciones y mi memoria la magia que esa luz crea en el mundo recién llovido. Sería magnífico que algunos de esos momentos únicos en la vida sucediesen sobre un fondo sepia.

Ahora bien, absteneos de colorear en sepia una foto intrascendente, o sin el "toque" necesario. Podría parecer impresa en papel desvaído, mojado, envejecido a destiempo, y sin gracia. Podría impregnarse, sin ser necesario ni conveniente, de una melancolía de origen desconocido, de una tristeza sin luz, de un sentido de lo eterno que nunca ha merecido.
** NOTA: La fotografía es de Steven Mitchell**

3 comentarios:

Laura dijo...

Monica, encontré el blog xD leía la mitad de la historia que me sijiste, me queda l aotra mitad, peor es tarde jajajaj voy a la cama. Otro día


besos

Juan Carlos Aguilera dijo...

Wow, tus artículos son incluso mejores que tus clases. Me ha encantado este en particular, pero todos son dignos de ser leídos. Hasta dentro de poco, cuando os haga otra visita al intituto ;)

Galastah dijo...

Muchísimas gracias por vuestros comentarios. En concreto el de Juan Carlos ha conseguido sacarme los colores.
Saludos.