lunes, 3 de agosto de 2009

SERES DE LEYENDA (I): LOS VAMPIROS

¿QUIÉNES SON LOS VAMPIROS?

Muertos vivientes, seres de ultratumba que se alimentan de la sangre de los vivos… Los vampiros han estado presentes en todas las culturas, y a lo largo de todos los tiempos. Hay, por ejemplo, un vampiro africano, el asanbosan, el bichohindú, un vampiro de la zona de Centroamérica, o las Tlaciques, las brujas vampiresas de México.
Proceden, sin duda, del terror humano ante la muerte, y ante la posibilidad de que los muertos vuelvan del otro mundo para atemorizar a los vivos o, peor aún, para robarles su energía vital. Esa obsesión, convertida y transformada en múltiples supersticiones, se ha traducido en infinidad de prácticas y de terrores colectivos, desde la costumbre de algunos pueblos antiguos de colocar una piedra sobre la cabeza de sus difuntos para impedirles volver al mundo de los vivos, hasta las historias de fantasmas o los rituales para ahuyentar a los espíritus, existentes en todo el mundo.
Sin embargo, de todos los seres terroríficos que la fantasía nos da, el vampiro sigue siendo uno de los más atractivos entre el gran público. Se debe a que, a pesar de que un vampiro puede ser terrorífico y de aspecto desagradable, también puede presentarse bajo la forma de un ser irresistiblemente apuesto, que vence a su víctima con una sola mirada. Este aspecto dota de un halo de erotismo y romanticismo a las historias de vampiros, y las convierten así en unas de las más exitosas de entre todas las historias de terror.


¿CÓMO SON LOS VAMPIROS?

En todas las historias se describe al vampiro con las siguientes características:

- Aspecto pálido, dando a entender su condición de no-muerto: ni vivo ni muerto.
- Colmillos de gran tamaño, que usarían para atacar a sus víctimas, a las que morderían en la yugular.
- Ojos enrojecidos.
- Uñas largas.

Aparte de todos estos rasgos físicos, se supone que los vampiros están dotados de una rapidez y una fuerza sobrehumanas. Pueden convertirse en animales, normalmente murciélagos, lobos, cuervos, etc., y presentarse en forma de neblina. Duermen en sus ataúdes, de las que salen todas las noches para buscar sangre.
Los vampiros temen la luz del sol y el agua, así como los objetos sagrados (cruces, rosarios, etc.) y sienten repugnancia ante el olor de los ajos. Además, no pueden entrar en una casa si no son invitados, y no se reflejan en los espejos, puesto que carecen de alma.
Según la creencia más extendida, para matar a un vampiro es preciso atravesarle el corazón con una estaca, decapitarlo y quemar sus restos.


DRÁCULA, EL SEÑOR DE LOS VAMPIROS

Para mucha gente, el nombre de Drácula es sinónimo de vampiro. Sin embargo, la figura de Drácula que todos conocemos es reciente, reinventada a partir de la novela del mismo título de Bram Stoker. Para escribir su novela, Stoker sí se basó en un personaje real, Vlad Tepes.
Vlad Tepes fue un príncipe de Transilvania, en la actual Rumania, que hizo frente a los turcos. Se le consideraba un guerrero valiente, pero también inmisericorde. Torturaba y mataba a sus prisioneros de las maneras más crueles. De hecho, se ganó el apelativo de Vlad “el Empalador”, por su costumbre de empalar a sus víctimas. Se dice que llenaba campos enteros con enemigos clavados en estacas. El espectáculo de cientos de sus compañeros muertos de aquella manera debía de amedrentar a los ejércitos rivales. Existen algunas leyendas que narran como su cadáver, al abrir el ataúd años después de morir, había desaparecido. Ese rumor creó la leyenda del vampiro, la que aprovechó Bram Stoker para escribir su libro, “Drácula”. Sin embargo, no todos los rumanos estuvieron de acuerdo con la imagen que Stoker daba de Vlad Tepes. Para ellos, Vlad era un héroe que había luchado contra enemigos invasores, algo así como El Cid en España.


PERO, ¿EXISTEN REALMENTE LOS VAMPIROS?

Numerosos documentos nos hablan de la existencia de personas de carácter cruel y con una desmedida apetencia por la sangre humana, considerados vampiros por sus conciudadanos. Asimismo, también están documentadas supuestas “epidemias vampíricas”, lo que creó la leyenda de que aquel que era mordido por un vampiro se convertía también en vampiro. ¿Existen entonces estas criaturas? ¿Són sólo una creación de la fantasía popular o tienen una base real?
Algunas investigaciones médicas han identificado dos enfermedades como “males vampíricos”, es decir, enfermedades cuyos síntomas podrían hacer que una persona fuese considerada un vampiro: la rabia y la porfiria. La primera, por su modo de transmisión, a través de una mordedura. La segunda, un trastorno sanguíneo que provoca anemia crónica, palidez de la piel y fotosensibilidad (poca resistencia a la luz solar); el cuadro anémico provocaría el gusto por la sangre. Ambas enfermedades suponen a menudo trastornos mentales, lo cual explicaría los comportamientos crueles de las personas consideradas vampiros.


LOS VAMPIROS EN LA LITERATURA, EL CINE Y LA TELEVISIÓN. VAMPIROS “MALOS” Y VAMPIROS “BUENOS”
La figura del vampiro ha estado tradicionalmente ligada a la literatura. De hecho, el vampiro tradicional, el que todos tenemos en mente, fue creado, como ya se ha mencionado, a a partir de la obra de Bram Stoker.Desde principios del siglo XX, el vampiro dio el salto al cine y, posteriormente, a la televisión, y desde entonces ha sido uno de los principales protagonistas en las películas de miedo.

Al principio, el tipo de vampiro que reflejaban estas producciones era muy parecido al descrito por Stoker: seres crueles y seductores, que únicamente ansiaban saciarse de sangre humana. Así, en 1922, se rodó una película de cine mudo titulada Nosferatu, que se ha convertido en todo un clásico por el aspecto terrorífico de su protagonista y el ambiente claustrofóbico que creaban los encuadres de la cámara y las técnicas de rodaje utilizadas. En esa misma línea, se rodaron varias películas sobre el personaje de Drácula interpretado por el actor húngaro Bela Lugosi – considerado por algunos críticos como el que mejor ha encarnado el mito del conde transilvano – y el inglés Christopher Lee.

Sin embargo, esa figura inicial del vampiro ha ido cambiando, y la fantasía de los creadores – novelistas, guionistas y directores de cine – la han modificado sustancialmente, convirtiendo al vampiro en un ser atormentado, presa de una terrible maldición que trata de superar. Así, en Entrevista con el vampiro, basado en la trilogía de Anne Rice Crónicas vampíricas, Louis – interpretado en la película por Brad Pitt – odia aquello en lo que se ha convertido y hace lo imposible para evitar beber sangre humana.
En la misma línea, la escritora Stephanie Meyer ha publicado recientemente una trilogía (Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse) en la que una joven humana, Bella, se enamora de Edward, un atractivo vampiro de diecisiete años que no bebe sangre humana y que ama profundamente a Bella, llegando incluso a salvar su vida en varias ocasiones.
El vampiro ha sido incluso adaptado al público infantil, como sucede con la obra de la escritora alemana, Angela Sommer-Bondenburg, El pequeño vampiro. En ella, un niño vampiro, Rüdiger, se hace amigo de un niño humano, Anton Bhonsack. Ambos protagonizan multitud de aventuras en las que Anton conoce a la disparatada familia de Rüdiger, y en las que tratan de salvar a los vampiros de la amenaza del vigilante del cementerio, un cazavampiros, el “malo” en esta historia.

Los vampiros “buenos” han colaborado con los cazavampiros para atrapar a sus malvados congéneres o a cualquier otro engedro del mal, o incluso lo han hecho ellos mismos, como el personaje de Ángel en Buffy cazavampiros o, más claramente, en Blade. También Selene luchará contra los de su raza en Underworld, una de las últimas revisiones del mito vampírico.
Independientemente de si son tratados como monstruos sanguinarios y seductores o como seres torturados de bondadosos adentros, los vampiros siguen llenando nuestra fantasía y nuestras pesadillas, y ocupan un lugar de honor en la galería del terror, en las leyendas que aún nos estremecen.



No hay comentarios: