WILLIAM-ADOLPHE BOUGUEREAU: El nacimiento de Venus
Es academicista se mire por donde se mire. De hecho, recuerdo una actividad de un libro de Historia del Arte donde se proponía la comparación entre esta obra de Bouguereau y otra de un artista de vanguardia, preguntando con muy mala idea algo así como cuál era la más relevante para la Historia del Arte, y sí, seguramente la otra ganaría por goleada en cuanto a representar lo que actualmente nos dicen que es arte y, por tanto, aquello que nos tiene que gustar, pero yo, en ese momento, me enamoré de los trazos limpios, de la atmósfera diáfana y la pureza del color y la luz de Boguereau, de lo bonitas que son sus obras.
Esta Venus recién emergida que se peina el pelo con coquetería mientras se marca un "praxíteles" de impresión, me parece una maravilla, y también el color azul intenso del mar que la rodea, donde se amontonan angelotes y personajes mitológicos varios que la contemplan arrobados.
JOHN WILLIAM WATERHOUSE: Miranda
Quedaos con este nombre, John William Waterhouse, porque no será ésta la única vez que salga a lo largo de este cuestionario. Y ya puesta a pedir alardes de memoria, quedaos también con el de Miranda, porque ambos irán unidos una vez más.
Miranda es un personaje de La tempestad, de Shakespeare, pero a pesar de lo que sugiere el título de la obra que inspiró a Waterhouse, este cuadro transmite serenidad. En él, Miranda contempla el mar en calma - aunque ensombrecido por unas nubes negras - desde la costa de la isla a la que ha acompañado a su padre en su destierro. ¿Tal vez esas nubes sean el preludio de la tempestad que está a punto de desatarse?
Me parece preciosa la manera en que Waterhouse pinta la actitud de abandono de la muchacha, ensimismada, meditando o tal vez rezando (¿de ahí sus manos unidas?), y también sus ropas de estilo griego con esos pliegues tan naturales. La atmósfera con la que el autor envuelve sus cuadros me tiene enamorada, al igual que la paleta de azul intensos que usa a la hora de representar el mar.
EROS Y PSIQUE (FRANÇOIS GERARD)
Este cuadro me parece una hermosura, pero estuve a punto de no incluirlo, y es que me chirría mucho la forma en que se representa a Eros (y no es únicamente un problema de esta obra en concreto sino algo bastante generalizado). Puedo entender que la imagen infantil y juguetona de Cupido (la versión romana de Eros) haya influido enormemente a la Historia del Arte, pero si tuviera que seleccionar esta versión para representar la historia de amor entre Eros y Psique, la habría descartado sin contemplaciones.
A ver, para entendernos: estamos hablando de un dios que desobedeció la orden de su madre, la todopoderosa Afrodita, y que se hizo víctima de sus propias flechas al contemplar la hermosura de Psique; de una joven consumida de pasión por su misterioso amado y que, al ser rechazada por él tras desvelar su rostro, presa de la desesperación, se sometió a los dictados de la diosa que la odiaba y llegó a pisar la antesala de la muerte; de un dios profundamente arrepentido y nostálgico que removió el Olimpo entero hasta conseguir de Zeus el permiso para elevar a su amada a la divina mansión de los dioses siendo ella una simple mortal. ¿Dónde dicen que se ve todo esto en el cuadro? Yo sólo veo a un mozalbete púber dispensando un casto beso en la frente a una muchacha que podría ser el epítome de la indiferencia. A nivel de historia y de sentimientos, este cuadro no me inspira nada.
Pero tampoco puedo negar que es hermosísimo: la transparencia de la tela que pudorosamente cubre a Psique es de una calidad magistral, me ganan la luz y la aplicación tan delicada del color, y aplaudo la inclusión de la mariposa como símbolo de la inmortalidad del alma. En definitiva, que me encanta la técnica de este cuadro aunque no esté de acuerdo con la manera que escogió Gerard de transmitirnos la historia.
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Obviamente, hay muchas más obras que considero preciosas, pero se haría muy largo incluirlas todas. En el siguiente capítulo... "Obra que me parece horrorosa". Próximamente por el blog, es decir, aquí mismo. 😉
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