domingo, 18 de abril de 2010

“CREPÚSCULO”, EL EMPALAGO HECHO LITERATURA

Seguro que consideráis que es totalmente desfasado y fuera de tiempo hacer ahora una critica de uno de los mayores fenómenos editoriales de los últimos tiempos del que tanto se ha hablado y visto, pero hoy, porque se me ha ocurrido, haré mi particular comentario sobre la tan admirada obra, que incluso recibe elogios a su prosa ligera, absorbente, y sus personajes bien definidos. Mi opinión es otra.

Vaya por delante el hecho de que me resulta difícil resistirme a todo lo que huela a fantasía: vampiros, hombres lobo, hechiceros, elfos… son mi debilidad, es escuchar una de esas palabras y se me despierta un cosquilleo en la boca del estómago y en alguna parte del cerebro aún por identificar. Desde que a los 16 años leí “El señor de los anillos”, la fantasía es con mucho mi género favorito, y he de reconocer que, a base de leer fantasía, me he vuelto, por así decirlo, “selecta”. No me conformo con cualquier cosa: cierto que cualquier cosa me atrae, pero tras un vistazo medianamente detenido, si no me convence lo dejo de lado, por muy élfico o hechiceril que aparente ser.


Imagino que así me atrajo “Crepúsculo”: parecía una historia de vampiros. Las películas de la saga – sobre todo la primera – son vistosas y entretenidas, tal vez por el simple hecho de que no duran mucho más de dos horas, pero leerse el libro… eso es otro cantar.

No catalogaré “Crepúsculo” como ñoño. Al fin y al cabo, creo que todo el mundo tiene un fondo ñoño que es incluso saludable. Lo malo es que “Crepúsculo” rebasa la simple ñoñería, lo malo es que este libro es – o al menos a mí me lo pareció – sumamente empalagoso.

Al principio, lo confieso, despertó mi curiosidad: la forma de redacción no me parecía de obra maestra, pero es cierto que es ligero y la historia tiene el don de engancharte: el pueblo constantemente lluvioso, en brumas; el ambiente del instituto, el chico misterioso… el mejor momento para mi gusto es cuando Bella va atando cabos y descubre la identidad de Edward. A partir de ahí, el libro se me atragantó del todo: amo a Edward, adoro a Edward, sufro si no lo veo, me hechiza su olor hasta el desmayo…

Apelando a todas las fuerzas de mi voluntad, y dándole una oportunidad de la que he privado a otros libros (cuando un libro no me convence, no tengo el menor reparo de dejarlo a medias) lo acabé… y he aquí que la parte de acción, la resolución de la trama, es desesperadamente exigua si la comparamos con el resto de la historia. Lo acabé con esfuerzo y no, no pienso esforzarme con el resto de la saga.

Me encanta la literatura fantástica, y creo poder asegurar que la saga “Crepúsculo” NO ES LITERATURA FANTÁSTICA, sino literatura romántica con tintes fantásticos, al igual que muchas otras obras actuales del mismo estilo destinadas al público adolescente, repletas de vampiros atractivos e irresistibles de corazón sensible y atormentado y pasado oscuro (por cierto, a partir de ahora evito las portadas negras con flores, frutas, colmillos o plumas rojas). La literatura fantástica requiere algo más que mezclar un par de criaturas legendarias – en este caso, vampiros y licántropos – añadir azúcar hasta provocar un coma diabético y agitar la coctelera: requiere tramas elaboradas, personajes que tengan algo más de complejidad que una mirada seductora y un aroma hipnótico… y si incluye almas atormentadas, su tormento debiera ir mucho más allá de deshojar una margarita preguntándose si convierto a mi amada en vampiresa o no la convierto.


“El señor de los anillos”, “La saga de Geralt de Rivia”, “El nombre del viento”, “Las crónicas de Tramórea”, “Crónicas de la Dragonlance”, “La trilogía del Señor del Tiempo” y otras muchas … eso es literatura fantástica, y si nos salimos de la fantasía épica, también encontramos ejemplos, como el de Harry Potter o las obras de Poe o Lovecraft, pero para nada es el caso que aquí nos ocupa. Casi todas estas obras también tienen sus historias de amor y pasión, pero no son el centro de todo ni llevan azúcar de más, como ocurre, para mi gusto, con la literatura romántica. No puedo hablar mucho sobre obras de vampiros, no he leído nada significativo de este género, pero lo que puedo afirmar es que ofrecer “Crepúsculo” como Literatura Fantástica me parece una descarada estafa.

No tildaré de nada a la gente que ha disfrutado con “Crepúsculo”, me parece muy respetable, y es más, si muchas personas se aficionan a leer a partir de ahí, mis sinceras felicitaciones, pero no confundamos términos: si te gusta la literatura romántica hasta el empalago, adelante, lo vas a disfrutar y mucho: te enamorarás perdidamente de Edward Cullen y cada página será mejor que la anterior, pero si no es así, desiste y busca otro tipo de literatura. Hay mucha por estos mundos de Dios y creo que en ninguno de estos mundos se podría afirmar, como he leído por ahí, que es “el mejor libro que se ha escrito”. Eso, creo, ni aquí, ni en la Tierra Media, ni en ningún sitio.

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